lunes, 16 de mayo de 2011

El primero de los perdedores


Si el fútbol tuviera memoria sería un personaje idolatrado a ambos lados del Atlántico. Si las crónicas deportivas las escribiesen las cansadas manos de los vencidos, seguro que la historia del balompié le reservaría un breve capítulo escrito en letras de oro. La realidad es que tanto la vida como el fútbol pueden ser muy injustos y el “cabezón”, como solían llamarle los hinchas en Argentina, tendrá que conformarse con unas modestas líneas de homenaje a su carrera como entrenador.

 La leyenda del de Santa Fe comenzó a forjarse en el 93 cuando debutó como técnico de Huracán. Su equipo llegaba como líder y con todo a favor a la última jornada del torneo Clausura. Le bastaba con un sencillo empate para ser campeón, sin embargo una inesperada derrota les privó de alzar el trofeo. Esa fue la primera vez que perdió una liga en el “descuento”, pero no sería la última. La maldición del segundo puesto le perseguiría ya para siempre. Años más tarde en Italia, con el Inter de Milán, de nuevo una derrota en la última jornada cuando eran líderes les sentenció al subcampeonato. Ni siquiera Ronaldo, que entonces jugaba a sus órdenes, bastó para conseguir el título liguero.

A estas postreras derrotas en liga hay que añadir las decepciones en la competición del consuelo por excelencia, pues tampoco en la copa encontraría alivio nuestro hombre. Tanto en España con el Mallorca, como en Grecia con el Aris de Salónica, tuvo que saborear muy a su pesar el amargo trago del fracaso en la final del torneo del K.O. Especialmente cruel fue la derrota sufrida ante el Barcelona con el conjunto isleño, ya que se produjo tras una larguísima y estremecedora tanda de penaltis en la que hasta los porteros de cada equipo tuvieron que chutar.

Cañizares resignado pasa  junto a la Copa de Europa
Hasta aquí podría pensarse que se trata de la carrera de alguien a quien el destino parece jugarle una mala pasada, pero el listado de tropiezos alcanza cotas que desafían a la lógica y a cualquier estadística cuando se habla de torneos internacionales. Nuestro protagonista tiene el triste honor de haber sido el único entrenador capaz de perder tres finales europeas consecutivas, dos de ellas de Champion’s League. En el 2000 cayó ante el Real Madrid de Raúl y un año más tarde ante el Bayern Munich de Oliver Kahn en otra cardiaca tanda de penaltis. Sin embargo el que fuera central de Ferro Carril Oeste ya sabía lo que era perder un título continental. En el 99, dirigiendo al Mallorca, no había  podido levantar la que fue la última Recopa de Europa de la historia del fútbol.

Cuando parecía que los dioses del fútbol no podían cebarse más con él, aún tuvo que soportar una última broma macabra: La Asociación Internacional de Estadística e Historia le nombró segundo mejor técnico del año 2000. Nadie debió avisar a los ilustres señores que otorgan tal honor de que en el fútbol ser  nombrado mejor segundo es tanto como recordarte que eres el primero de los perdedores.

La tristeza del tiffosi
Ante semejante currículum puede que haya quien disfrute con la retahíla de desgracias. Incluso habrá quien piense que hay que ser muy malo como entrenador para acumular tal cantidad de varapalos. Quizás tengan razón, pero lo cierto es que detrás de cada fracaso en el último momento hay miles de horas de trabajo duro y esfuerzo que no acaparan titulares. Tras cada traspié en una final hay  cientos de partidos ganados con dedicación y entrega que los resúmenes televisivos no muestran. Todo ello sin contar los buenos ratos, esperanzas, sueños y alegrías que regaló a los aficionados a los que concedió la oportunidad de soñar con que su equipo ganara aquel último encuentro.
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Pocos son los entrenadores que pueden presumir de haber logrado algún título que añadir a su palmarés, sin embargo menos aún son aquellos que pueden permitirse reflejar sus derrotas en sus currículum con total orgullo. Este es el caso, de Héctor Cúper. Héctor... ¿Quién?. Exacto. Por eso mismo se merece estas líneas. Porque quien un día hizo soñar con la gloria a tantos equipos y aficionados no merece ser olvidado por el hecho anecdótico de no levantar jamás el trofeo.



Héctor Cúper mientras era técnico del Real Betis


FALSOS MITOS

En Europa suele creerse que Cúper jamás consiguió ningún trofeo importante, lo cual no es del todo cierto ya que antes de dar el salto al viejo continente el de Santa Fe había ganado en el 96  la Conmebol con el Lanús de Argentina. Además, y aunque son considerados trofeos de verano por los aficionados, también cuenta con dos Supercopas de España en su palmarés: una con el Mallorca en el 98 y otra con el Valencia en el 99. Ambos, títulos oficiales reconocidos así por la Real Federación Española de Fútbol.