jueves, 17 de febrero de 2011

Guardiola, las mujeres y la vida por Mario Benedetti


Estoy que no soy capaz de entrar por las puertas del ataque de cuernos que tengo tras el partido del Barça de Pep contra los jovenzuelos del Arsenal. Es difícil explicar como me siento y por eso me permito contar una anécdota de alguien que sin duda escribe mejor que yo.

Lo cuenta Mario Benedetti: "Una vez me pasó algo genial. Estaba con Juan Gelman  haciendo un reportaje en una radio. Había chicas y muchachos entre el público. Juan leyó unos versos, luego yo leí un poema de amor. Cuando terminó la grabación, una chica que estaba allí se me acercó y me dijo: "¿Ese poema es suyo?", le dije: "Sí". Entonces ella me dijo: "¡Hijo de puta!". Pálido del susto e intentando parecer digno le respondí: "Mire, yo sé que no es mi mejor poema, pero soy una buena persona".  La chica, con profunda indignación me miró y me soltó un: "No, no lo digo por usted, estoy hablando de un novio que tuve, que me dijo que los había escrito él".

Después de ver los cambios de Guardiola y el partido que hizo el Barcelona, yo me siento igual de indignado que la chica a la que su novio engañó con la autoría de los versos. Resulta que toda la vida oyendo hablar del maravilloso estilo “ Barça”, de que el equipo blaugrana es “más que un club”; después de creer a Cruyff cuando repite hasta la saciedad que el club catalán es el único equipo en el que lo importante no es ganar, sino ser fiel a un estilo; después de oir al todopoderoso Josep Guardiola eso de “Nosotros amamos el balón, jamás renunciaremos a él”; bueno pues después de todo eso y con el Barça ganando 0-1 en Londres a una pandilla de descarados jovenzuelos ingleses… pues llega Pep y perpetra la traición perfecta.

Jamás le perdonaré el cambio del genial delantero, Villa,  por el del bregador centrocampista, Keyta. Con todo a favor, con el balón en los pies y la eliminatoria encarrilada, Don Pep Guardiola I el filósofo,  quitó a un atacante para especular con el marcador… Lo siento, no tiene excusa ni perdón. Hubiera tenido coartada si hubiera sido para controlar la posesión, pero el Barça ya la tenía en ese momento, y hubiera tenido perdón si la puñalada hubiera sido por la espalda, con el equipo perdiendo, pero los blaugranas iban por delante en el electrónico con lo que el cambio sólo puede describirse como una puñalada al corazón mirando a los ojos del aficionado mientras se musita un: “Os quiero, pero más quiero a este marcador de 0-1”.

No quiero llamar hijo de las cuatro letras a un hombre que lo ha ganado todo, al que he querido tanto y que sabe lucir el traje de Hugo Boss en el banquillo cual modelo de pasarela, aunque con ganas me quedo. No voy a pagar mi decepción con un hombre cuyo pecado es tan vulgar como el de, a la hora de la verdad,  y como cualquier hijo de vecino, haber pensado en el marcador y el resultado antes que en su estilo de juego, traicionando así su  cacareada filosofía.

En cualquier caso, por una vez el fútbol fue justo y el mentiroso entrenador catalán recibió su merecido: Histórica remontada 2-1 de los desvergonzados ingleses y lección magistral de lealtad a su suicida forma de juego. Un estilo, el del Arsenal, que por descarado y atrevido probablemente les haga perder la eliminatoria en el partido de vuelta. Al menos ellos sí han demostrado que lo harán fieles a su estilo. Perderán, pero lo harán con las botas puestas. Guardiola ya terminó con el trasero al aire y ahora las mentiras del juego de ataque, el estilo, el tiqui taca y bla, bla, bla… que se las cuente a otra. Desde hoy yo soy una de sus novias despechadas.