miércoles, 25 de mayo de 2011

Valdano II y su reinado

Me gustaría ser Rey solo por saber con qué sobrenombre pasaría a la historia. Hay de todos los gustos y colores: con admiración (Alfonso X, el Sabio), con miedo (Pedro I, el Cruel), gloriosos (Catalina la Grande) con anhelo (Fernando VII, el Deseado), religiosos (Isabel, la Católica)… Hoy se va uno de las grandes figuras del Real Madrid, en su segunda etapa, y no sé la prensa pero yo ya he decido como pasará a la posteridad.

Valdano, cuando la prensa le quería
Por favor, que nadie quiera ver palabras oportunistas aquí. Sobra decir que Valdano es para el madridismo todo un símbolo y un ejemplo, no sólo de valores, sino de profesionalidad en todos los cargos que ha desempeñado. Cierto es que muchos hubiéramos preferido que nunca nos hubiera quitado las dos Ligas de Tenerife, pero no menos cierto es que esas heridas son muestras de su integridad profesional.

Como jugador  blanco la valía de Jorge queda fuera de toda duda. Para el club fue un lujo contar con él, pues no son tantos los campeones del mundo que han jugado en el Madrid. Como entrenador dio al Madrid la alegría de la Liga que curó la herida que él mismo abrió en Canarias. Además acabó con el Barcelona de Cruyff, al que devolvió la manita recibida un año antes en el Camp Nou. En su cargo de dirigente es donde quizás nunca encajó del todo y a pesar de ello, siempre supo representar al club y defender los intereses de la entidad. Si a ello sumamos que hasta ahora había mantenido su dignidad intacta, lo que en cargos de esa importancia no es fácil, creo que la valoración en su conjunto es muy positiva. Digo hasta ahora, y digo bien, porque Valdano igual que Florentino ha tenido dos etapas diferentes en el Madrid.

En la primera de ellas tuvo momentos gloriosos como La Novena y  también de sequía de títulos, como sus 3 últimos años, pero siempre supo dónde estaba su sitio y sobre todo qué necesitaba el club en cada momento. Tanto es así que cuando Florentino empezó a tener el “mal de la silla” que afecta a los poderosos y empezó a tomar decisiones fuera de lugar desoyendo sus consejos, tomó la sabia y muy recomendable decisión de hacer las maletas. Nadie quiere estar donde no le quieren, ¿verdad? De esa época su momento más admirable fue cuando, en una semifinal de Copa y ante el atraco arbitral que estaba sufriendo el Madrid, cosido a patadas y agresiones en Sevilla, bajó al descanso a pedir explicaciones al trío arbitral. Porque ante el abuso de Villar y sus secuaces federativos de Barcelona, ante todo, lo que había que hacer era defender al club y al madridismo. ¿Se dan cuenta? Ya entonces el villarato campaba a sus anchas. Hay cosas que no cambian nunca. De aquellos buenos años, uno de los responsables, fue Valdano I, el Justo.

Valdano junto al entrenador a quien no quiso defender

En su regreso, tanto él como Florentino llegaron en loor de multitudes, y bien podría haber pasado como Valdano II, el Deseado. El club lo necesitaba más que nunca después del periodo negro de Ramón Calderón I, el Pucherazos, pero Jorge ya no era el mismo. Los palos de los plumillas le habían cambiado. En su segunda aventura, quizás dolido por el anterior trato de la casta periodística , empezó a “compadrear” con los opinadores. Comenzó a realizar favores a los medios y a rondar amistades peligrosas. Tarde aprendió Valdano que si quieres tener amigos en la prensa, lo
 mejor es que le regales un perro al director de algún diario. Tenía que elegir entre defender al Madrid, y a Mourinho por poco que le gustase, o defenderse a sí mismo. Eligió, y eligió mal.

Acabó abducido, desorientado y siendo un hombre de paja al albur de la opinión de los micrófonos que siempre quieren controlar al Madrid y manejar al club desde fuera. Primero con las chorradas de que el Madrid no tiene valores, cuando si no los ven es porque su corazón está tan podrido que no darían ni un vaso de agua a un moribundo. Después, con la teoría del odio y de que el club es menos querido ahora. Claro, nunca apedrearon el autobús del Madrid ni se dedicaron horas de radio a que los contertulios insultaran al equipo y sus seguidores. ¡Incluso renegó del villarato! Él, que bajó en un descanso a buscar a un trencilla. Hasta Pedro tardó más en negar a Jesús antes de que cantara el gallo.

Al final sale mal y por la puerta de atrás, con el único consuelo de que su gran corazón y valía personal siempre le dejarán las puertas principales del Madrid abiertas. Ojalá se hubiera ido antes de que todo el mundo hubiera notado lo evindente; que sobraba porque no buscaba defender al club sino a él mismo ante las críticas de la prensa. Adios, Valdano II, el Innecesario. Ojalá Valdano III sea mejor para sus súbditos. ¡EL REY HA MUERTO, VIVA EL REY!